A las 2.50 de la tarde nos subimos al Expreso del Oriente, el tren del progreso como lo llaman el Bolivia, y pusimos rumbo a Puerto Quijarro, frontera con Brasil.

Los asientos del tren son más o menos cómodos pero nunca habíamos montado en un tren que metía tantos meneos, parecía un autobus por una carretera mal asfaltada. Pusieron 4 películas (a cada cual peor) antes de apagar las luces y dejarnos dormir. Hay que recordar que el viaje duró 16 horas, si 16 horas, por lo que al llegar a la frontera estábamos reventados e Isa sin su rebequita porque alguien se la quitó mientras dormia.

Bajamos del tren y pillamos un taxi a la frontera, al paso de migración. Tras más de una hora de espera un policia pilló unos siete pasaportes europeos, los selló sin comprobar quienes eramos y nos fuimos al bus que nos llevaba a Corumba, primera ciudad brasileña. Fue en el momento en el que compramos el billete de bus cuando Manu fue a pagar y dejo una bolsa en el suelo… ¿Qué había en esa bolsa? Comida, sudadera y cazadora de Isa y por desgracia la tarjeta de la cámara de fotos en el bolsillo de la chaqueta. Así que no tenemos fotos de Sucre, Sta. Cruz y lo que más duele, del Salar de Uyuni.
Nos dimos cuenta de la pérdida en el bus, cuando llegamos a Corumbá Manu se montó en un moto-taxi y volvió a la frontera pero ya era demasiado tarde, la bolsa había desaparecido.

En Corumba nos juntamos un grupito que ibamos a Campo Grande, capital del estado y ciudad cercana (7 horas) con conexiones al resto del país. Entre ellos estaban Jerome, un belga que ha viajado a dedo desde Bélgica a Brasil y a Simon, un francés muy simpático. Con ellos dormimos en Campo Grande y visitamos la ciudad (no tiene nada interesante).
Buscamos cual era el mejor método de transporte para ir a Brasilia. En bus eran 23 horas y media, 240 reales por cabeza y en avión una hora de viaje y 140 reales. Os imagináis como viajamos ¿no?
Pd: Hemos creado una cuenta de Instagram para subir fotitos cada dia, la cuenta es perdiendoeln o Perdiendo El Norte.